EL POSTMODERNISMO
En
Latinoamérica, a partir de 1900, según Luis Leal, dentro del
posmodernismo surgen dos tendencias: la primera refina los
procedimientos técnicos y retiene la temática de los criollistas;
la segunda los rechaza para crear ambientes cosmopolitas y tratar
asuntos y temas universales.
Francisco
Albizúrez, comentando las nuevas inquietudes que se dieron dentro
del propio modernismo y que desembocarían en el posmodernismo,
apunta: Otros, entre ellos el mismo Rubén,
se apartaron de los oropeles y las superficialidades y los
exotismos, para elaborar textos en donde el humor, el prosaísmo, la
versatilidad idiomática, el empleo de motivos tomados de la
moderna tecnología otorgan a los textos un sabor nuevo. (...) De
hecho, el llamado posmodernismo, con su empleo de motivos y temas
tomados de la vida cotidiana, con su empleo de voces sencillas, con
su arraigo en lo americano específico, nació de poetas que se
lanzan a la experimentación vanguardista. ( F. Albizúrez. Poesía
Centroamericana Posmodernista y de Vanguardia, Guatemala: Editorial
Universitaria, 1988, p.4.)
Para
estos escritores, la forma deja de ser el elemento rector del
texto. Algunos reflejan lo irracional, lo onírico, lo ilógico. Los
conflictos no son sociales o políticos. Son personales. Sobre lo
externo de los personajes se privilegian sus problemas
psicológicos. El estilo ya no es realista. Dotado de matizaciones
poéticas, propende hacia la imagen de rasgos impresionistas. Es
conveniente recordar que Octavio Corvalán extiende el concepto de
posmodernismo más allá del campo poético propiamente dicho y lo
considera un movimiento que abarcó a narradores, ensayistas y
poetas. ( Ibid, p.5.)
En
Centroamérica, hacia la década de los años veintes, encontramos,
tal como señala el crítico guatemalteco, a un grupo de escritores en
sintonía con la crítica a que el modernismo era sometido por
entonces y que, como tantos autores hispanoamericanos y españoles,
andaban en procura de nuevos registros (...). Con todo, no se
encuentra, en los países centroamericanos, un movimiento literario,
una generación o un grupo que encarne aquellas aspiraciones.(
F. Albizúrez. "Sobre posmodernismo en tres países centroamericanos",
Guatemala, Facultad de Humanidades, 1987, p.8.) Se entiende, pues, que
el trabajo fue de carácter más disperso y representa un momento de
transición entre lo normativo del modernismo y la libertad
expresiva del vanguardismo.
EL REGIONALISMO
En
las primeras tres décadas del siglo XX, en la literatura
hispanoamericana, surge y se afianza el regionalismo, corriente
en la cual el elemento temático central es la relación
hombre-naturaleza. Estamos, como dice Alfredo Veirave, frente a
una doble realidad significativa: la del hombre (el gaucho, el
llanero, el montañés, el indio) y de la naturaleza (la pampa, el
llano, la selva, la montaña, la zona de los grandes ríos). (
Veiravé, Op. Cit., p.292.) En los relatos predomina lo
descriptivo sobre lo psicológico y reflejan la problemática
social. El regionalismo –apunta– se constituye así en un
testimonio en el cual se exponen, mediante personajes ficticios, los
problemas políticos, económicos y sociales. ( Ibid., p.291.) El
regionalismo abandona los ambientes refinados y los temas
exóticos. Vuelve los ojos hacia la tierra, lo nativo, lo
cotidiano. Según Pedro Shimose, la narrativa telúrica (o de la
tierra) es una literatura de símbolos y por eso fructificó en paradigmas grandiosos
(la selva, la pampa...). ( P. Shimose. Op. Cit., p.249.) Sus
autores no imitan lo europeo. Tratan, más bien, de crear formas
nuevas, americanas. Sin despreciar las técnicas estilísticas de
modernistas y realistas, hacen uso del paisaje, de las
costumbres, de los personajes y del lenguaje nativo, sin caer, como los
costumbristas, en el folklore. Contrariamente a muchos de los
autores de esta última tendencia, el fin primordial de la
narración no es la pintura de lo americano. Incorporando
elementos del terruño, interesa el desarrollo de la trama para
revelar facetas de la vida americana. En sus mejores autores, la
protesta social es indirecta, eludiendo la propaganda o la
defensa de determinadas tesis ideológicas. Por sus modulaciones
temáticas, el regionalismo se ha clasificado -entre otras variantes- en
novela telúrica, novela criolla, novela indigenista y novela de
la revolución mexicana.
Durante este período, para Centroamérica, Sergio Ramírez Mercado apunta tres tendencias:
1) La que determinan Gallegos principalmente y después
Rivera y que establece esa relación de dominio hombre-naturaleza;
2) la de carácter social, que viene directamente del naturalismo
que dramatiza la explotación del indio y a la que se agrega
después un elemento dinámico, cual es la intervención militar, política y
económica de los Estados Unidos: la presencia de las compañías
bananeras y de las dictaduras militares; 3) la que crea un arte
narrativo puro alrededor del campesino, sin acentos sociales y
que puede denominarse regionalismo, heredero directo del realismo
criollo del siglo XIX. ( S. Ramírez. Op. Cit., pp.28-29.)
En
Honduras, variantes del regionalismo se siguieron manifestando
más acá de la segunda mitad del siglo XX. La razón la da Manuel
Salinas Paguada cuando habla de la narrativa criollista determinada
por el carácter agrario y feudal de nuestra economía, que
determina la máxima concentración de la población campesina en
las zonas rurales donde impera una oligarquía terrateniente en
posesión de las tierras cultivables. (M. Salinas. "Breve reseña del
cuento hondureño", en R. Paredes y M. Salinas Paguada. Literatura
Hondureña (Selección de estudios críticos sobre su proceso
formativo), Tegucigalpa: Editores Unidos, 1987. p.223.)
LA PREVANGUARDIA
En
forma muy lenta y como eco lejano de las convulsiones sociales y
artísticas que, a principios del siglo XX, se gestaban en Europa,
poco a poco, en Latinoamérica, empiezan a manifestarse inicios
renovadores. Se reacciona contra el realismo naturalista y el
modernismo y van surgiendo nuevas formas que eluden la
representación objetiva de la realidad. Se busca dar expresión a un
mundo subjetivo. Encontrar la realidad más allá de lo externo de
las cosas. Dar expresión a la intuición poética de la realidad. Los
personajes -señala Luis Leal- dejan de ser hombres para
convertirse en símbolos poéticos. Las nuevas concepciones
filosóficas y científicas (Einstein, Freud, Bergson...) van
abriéndose campo y despliegan, ante los ojos de los artistas, un mundo
de posibilidades por explorar.
En
Honduras, la labor de difusión de revistas literarias, como las
que dirigía Froylán Turcios, pone, al alcance de los lectores,
textos seleccionados de los escritores que representaban, lo más
avanzado del pensamiento literario. Aunque el triunfo de la
vanguardia es tardío -fines de la década de los sesentas- algunos
autores -especialmente en la rama del cuento-, anticipándose a los
novelistas que encontramos en ese último período, van rompiendo los
esquemas realistas del regionalismo y se adentran en la exploración
de temáticas y técnicas en consonancia con las inquietudes que
iban surgiendo al calor de corrientes como el existencialismo, el
psicoanálisis y el surrealismo.
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